Impresiones #1 Abel Saldarreaga



Me asomo a este foro con orgullo y gozoso ánimo para intentar transmitir lo que supone para mí pertenecer a El Tenderete de Asido, en estos ya casi dos años de camino recorrido con esta asociación sociocultural. Pondré más corazón y pasión (como no puede ser por otra parte al hablar de teatro), para camuflar mis carencias de redacción, bien por mi obligada formación “de ciencias” y mi torpeza a la hora de encadenar palabras como por, y creo que aquí radica el verdadero reto, la dificultad añadida de transmitir por escrito los sentimientos desde que llegué a este maravilloso grupo.


Todo empezó por casualidad, como creo que ocurre con la mayoría de acontecimientos vitales que nos reserva la vida. Un día durante una consulta de trabajo coincido con una persona que es en la actualidad algo más que una compañera de teatro; ella me invita al ensayo de la obra que se preparaba, también de Oscar Wilde, y si bien no consideré en firme la propuesta “algo” dentro de mí se removió. Fue en dos ocasiones sucesivas y también en el trabajo cuando me atreví a aceptar, pero en calidad de oyente, pues el miedo empezaba a instalarse y se  manifestaba  como temblor de piernas  que todavía no eran lo suficientemente fuertes como para impedirme caminar hacia el teatro. Como todo llega, me vi una tarde soleada de invierno dirigiendo mis pasos al Teatro Miguel Mihura Álvarez, no sin antes ser sorprendido en frustrada huida de la cita por otra compañera. Así, por primera vez en mi vida, casi a cámara lenta, paso tras paso, entré enmudecido en el sobrecogedor marco que supone adentrarse en el esqueleto de un teatro. Y así me vi, en el foso de éste, escrutando cada rincón, orgulloso de estar en un sitio que sólo los actores hacen uso. Yo. Que mi contacto con el teatro se había, honrosamente, limitado a unas encantadoras noches de teatro televisado de Estudio 1  junto a mi madre los viernes cuando era pequeño, y a acudir a alguna obra que el tiempo y las circunstancias me permitían. No había actuado nunca, salvo lo que las circunstancias azarosas de la vida te obligan, claro está. Y ocurrió lo que no creí que fuera a pasar. En un momento dado me veo con un texto en la mano y me indican que lea un personaje. 


Aquí cambió todo. Hay un antes y un después en mi vida. Pueden creerme. 


 El miedo mutó de forma y se convirtió en bloqueo, cuando ahí de pie, bien aferrado a unos folios mecanografiados, sentía que tenía dos columnas que se anclaban a mis pies. Hasta ese momento les aseguro que no conocía  la magia. Y también puedo asegurar que desde entonces no me ha abandonado. La magia pudo con el miedo…y hasta con el frío de ese bendito día de noviembre que para mí tiene un color y calor  especial. Todo lo demás vino a continuación.


Palabras como texto, ensayo, interiorizar, verdad o interactuar forman parte de mí. Otras como compromiso, admiración, lealtad, cercanía o complicidad las tengo grabadas a fuego. 


Puedo decir a día de hoy que, salvo el trabajo, es la única actividad de mi vida que llevo al día con entrega y fidelidad. Mis compañeros saben bien esto que digo, pues me lo oyen casi a diario. Y esta ilusionante entrega es por mis compañeros. Vivir momentos y emociones y no sólo interpretando un papel es lo que define a este Tenderete, pues es un espacio donde se comparte todo, desde indicaciones de  dirección y puesta en escena, hasta reflexiones, inquietudes y vivencias  personales pasando, como suele pasar  siempre en la vida, por el amor.


Gracias Tenderete por darme la vida cada martes de ensayo, por revivir cada semana sobre el escenario con vosotros, por la paciencia y la capacidad de comprensión conmigo a la hora de hacerme sentir un personaje y transmitir cada día más verdad sobre un escenario.


Seguimos adelante. Compartiendo y disfrutando. Como la vida misma…pero sobre las tablas.



Abel Saldarreaga Marín



No hay comentarios :

Publicar un comentario